No era verdad, amor. Como en un relato de ciencia ficción, con tema, forma y fin elegidos, diría que si pudiera tener un superpoder desearía que fuera el perdón para poder olvidar tus mentiras. Perdonar tu egoísmo, ese que te lleva a doler a los demás porque tienes dolor de sobra. El mismo que te obliga a actuar sin pensar que en tu ombligo sólo cabes tú. Y cuando cabe alguien más no es más que casualidad. Ni siquiera magnetismo artificial. El hueco podría llenarlo yo. O no. Quizá cualquier otro. Otra. O tú. Que te quieres tanto, que no levantas la vista para ver cuánta hiel dejas en tu letal rastro de drama, alcohol y tabaco. Perdonar cualquier atisbo de bondad y olvidar que todo lo bonito, generoso y (en definitiva) amor que diste era fruto de un esfuerzo consciente por ser más fuerte que la oscuridad que tanto miedo te da - cuando duermes sola, porque emana de dentro - . Desde el centro de tu