por mucho que me gustara
la brisa prendiendo tu fuego
yo estaba enterrada en mi pantano
destilando la dosis justa
de antídoto y veneno
por mucho que te gustara
detener tu vuelo
en el abrazo más cálido,
frenar era
en realidad
una jaula, darte raíces
de cemento
puede que nos encontremos
en el umbral
de la cueva
sin saber quién es quién,
si es ida
o vuelta
sólo tendremos claro que
en el cruce de caminos
ya no hay más que
soltar cuerda
no me ha gustado últimamente hablarte ha sido estéril como el quirófano teórico contra el que lanzo mis tripas deseando que desenredes tanta crudeza pero no estabas cerca nunca lo has estado buscando tu eco me topé de bruces con la misma y constante muralla de siempre el muro permanece además de la sangre de mis entrañas y de mis manos (extrañas de mí pero gritan tu nombre) lo apuntalan los despojos del pedestal que no me pides y sin embargo defiendes dos o tres veces al año recurrí a tu luz es lo que mejor se me da acaso la opción juiciosa cuando la palabra cercena el papel abrasa el discurso titubea y la narrativa acaricia el bucle irredimible de la autodestrucción
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