¿Ves? Y ahora llego a casa y todo lo que puedo hacer es arrepentirme por no haberte llamado para tomar una birra en el centro. Hasta que mi respiración se haga pesada y se cierren mis ojos. Mañana volverá a ser el mismo día. Me pone triste no tenerte. Supongo que mi manía de besarte y abrazarte, amor, era salvación. Quería salvarme de mí, de mi hastío, estaba huyendo de mi vida, metiéndome en la tuya. Me abriste tu mundo de par en par, todo lo compartías, lo tuyo era mío y lo mío parece más grande cuando estás tú. Y ya no estás tú. Fuiste mi muleta y te aplasté, la presión te quebró. Y ahora no tengo salida de emergencia que me evada de esta guerra.
Parece que tendré que afrontarla. Hacerme frente, tomar las riendas, no dejarme llevar por la marea. Y no volver a sentir que mi alma está vacía sin tu calor, mi cama fría sin tu amor, mi pecho intranquilo sin tu piel. Y cuando no necesite muletas, salidas de emergencia ni salvavidas, seguramente lo mío será lo suficientemente grande como para ser tuyo. Nuestro.
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