Crecer es doler,
y saber que estamos solas, y rotas,
y afuera hace frío
o un calor abrasador.
Crecer es saber que hay otra alma
que te calma
que te da paz cuando tu guerra
hace de tu cuarto menguante
una escalera de caracol sin final;
y aún así querer verte,
quererte,
dolerte,
y, sabiéndote rota, fría o abrasada
desear compartir contigo
igual que tú conmigo
nuestra soledad
(tan concurrida).
Quizá la tuya más que la mía.
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