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Mostrando entradas de octubre, 2014

Ruinas en obras

Mi mente es un habitáculo pequeño: cuatro paredes sostenidas por unos tabiques y con un par de ventanales. Una robusta puerta blindada custodia mis ideas, convicciones, pensamientos, manías, sueños, miedos y deseos. Todo el escueto mobiliario y objetos que la componen forman un caos en el que, a veces, puedes sentir vacío (y eso que no queda un sólo centímetro cuadrado libre de basura). Antes entraba muchísima luz por las ventanas: los rayos de un sol tímido desperezándose inundaban de forma constante la mitad de la habitación. A través de ellas se podía ver la naturaleza, verdes árboles que servían de refugio a las intermitentes aves migratorias y a los pájaros afincados de forma permanente. Sin embargo, las cerraduras estaban atrancadas y era imposible abrirlas. La pintura de la pared se caía a trozos. Escamas blancas se iban desconchando, desteñidas, hasta caer rendidas en el suelo lleno de objetos inservibles, polvo y restos de comida. La culpa es de la humedad, pensaba. Aunque